Siempre he practicado el pacifismo. Temo y aborrezco cualquier forma de violencia. No me gusta el dolor. No soporto ver a alguien sufriendo, así como no soporto ver una herida abierta. Digamos que soy un tipo al que le gusta el diálogo, el buen rollo y ver cuanta menos sangre mejor. Así soy yo; solo en lo concerniente a la vida real, claro. Porque en la ficción, gozo como un enfermo con las mutilaciones, el gore y demás barbaridades, sobre todo si está caricaturizado y, por consiguiente, alejado lo más posible de la realidad. En otras palabras: me gustan los dibujos animados, y mientras más brutos y despiadados sean, mejor.
Por Manuel Nuño
Quién no ha deseado ver al ratón Mickey sacándole las tripas con un cuchillo a Pumba? ¿O a Tom volándole la tapa de los sesos a Jerry? ¿Nadie? No me lo creo. ¿Y si embrutecemos a esos animales antropomorfos, los armamos hasta los dientes y los soltamos en un mundo devastado por guerras nucleares? ¿Tampoco? Ahora sí, ¿verdad? Pues Solo: Mundo caníbal es algo muy parecido a esto. Un cómic violento y visceral, pero de enorme atractivo. Una historia post-apocalíptica con un humor muy negro que es la obra más representativa del dibujante y guionista Óscar Martín.
Viñetas de Solo por cortesía de óScar Martín.
Obviamente, no son exactamente los personajes Disney mencionados los que aparecen aquí, pero su estilo es muy similar. Todo recuerda a ese mágico mundo animado de animales parlanchines. Tal vez sea porque Óscar Martín ha sido historietista Disney, al igual que también lo ha sido de Tom y Jerry, trabajo por el que incluso recibió un premio directamente de manos de la Warner Bros (Lifetime Achievement Award, 2002). A parte de eso, ha publicado varios cómics (La Guilde, El terrorífico mundo de Bobby, Él ¿Quién si no?…) y la revista Zona X. También ha colaborado ocasionalmente con la revista El jueves, entre otras publicaciones.
Pero su gran seña de identidad, lo que encandiló a miles de lectores a finales de los noventa (entre los que me incluyo) y que a día de hoy, sigue sumando fans de todo tipo y de cualquier edad, es la historia de Solo. Pero, ¿quién es Solo?
Solo ante el peligro
Solo es una hipermusculada rata, con muy mala hostia, que busca a su familia en un mundo destrozado por las guerras nucleares; un mundo en el que solamente los depredadores sobreviven. Las plantas han desaparecido a causa de la radiación, por lo que los herbívoros han sido los primeros en caer, víctimas del hambre o las garras de los carnívoros. Estos últimos, junto a los carroñeros, han evolucionado –o mutado, o ambas cosas- hasta desarrollar un cerebro más o menos inteligente. Han adquirido cualidades humanas, como la de poder hablar o la de usar ropa. También saben manejar armas, así como la tecnología.
Muchos humanos, igualmente, han sobrevivido a la hecatombe, pero son los únicos que parecen no haber evolucionado en absoluto. Siguen siendo igual de perniciosos y dañinos que en el pasado. Una especie más que deberá competir por lo poco que queda. Los recursos escasean, y por supuesto, todos necesitan comer para sobrevivir. Es matar o morir. La ley del más fuerte como única ley, sobre un desierto en el que cada gota de sangre que cae derramada es un jugoso reclamo para los gigantescos gusanos que habitan el subsuelo. Un mundo hambriento en el que no puedes confiar absolutamente en nadie. Tu mejor amigo podría descuartizarte mientras duermes y tenerte listo a la hora del desayuno. Lo más sensato, lo más inteligente, es quedarse solo, como nuestro protagonista, y si es con un cuchillo y dos pistolas, mejor que mejor.
Con un planteamiento básico y sencillo pero de enorme gancho, Óscar Martín nos introduce en una distopía en la que lo épico y el humor más sangriento se entremezclan para dar origen a un cómic divertido y muy gamberro. Para convencernos, el autor hace gala de un estilo de dibujo cartoon de exquisita limpieza y excelente calidad, demostrando sobradamente su control absoluto de la acción y del movimiento. Es como estar leyendo a la vez que ves dibujos animados.
Tony Fernández, el más habitual de sus compañeros de batalla, se encarga del entintado y de las fichas que se incluyen con el perfil de cada criatura que habita Mundo Caníbal. Esas útiles y pintorescas fichas clasifican a todas las especies que van apareciendo a lo largo de la historia. Además de darnos una valiosa información, nos ayudan a comprender ese negro futuro donde tener piedad significa morir de inanición.
Inicialmente, Solo se editó en ocho comic-books de 24 páginas cada uno. Ante la enorme acogida que tuvo por parte de los lectores, tiempo después, en 2007, esos ocho cómics fueron recopilados en dos tomos a los que se les añadieron fichas a todo color y un prólogo a modo de introducción. El éxito de la serie dio lugar a una precuela (Solo: Supervivientes del caos, 2008), un spin off (Solo: Crónicas salvajes, 2012; con guion de Óscar Martín, pero esta vez dibujado por Raúl Moreno) y un recopilatorio de historias de Solo en el que participan varios dibujantes (Solo: Historias caníbales, 2012).
Todo ello, junto con un arsenal de merchandising que incluye hasta tazas para el café, conforma el universo de Solo. Un universo que no ha dejado de expandirse y en el que quedan propuestas tan interesantes en el tintero como la realización de una versión animada, en la que colaborarían Oscar Martín y Nikotxan (Cálico Electrónico).
Así que ya sabes: ser pacífico, ser buena gente, está muy bien; pero la realidad es que hay veces que dan ganas de arrancarle la cabeza a más de uno. Nos encantaría descargar violentamente nuestra ira contra aquel que osa interrumpir nuestra armonía. Pero no lo hacemos. Como seres pensantes –y de paz- que somos, sabemos controlar nuestros impulsos; y esa rabia interior, ese instinto animal que surge de dentro, no es capaz de saltar por encima del muro que levantan nuestros principios.
Y ahí se queda. Acumulándose e hinchándose cada vez que pones la tele. Convirtiéndote en un tipo aburrido que confunde el autocontrol con lo políticamente correcto. Pero tranquilo, que no cunda el pánico. Para acabar con esa rabia contenida, y de paso, aflojar un poco la válvula de la adrenalina, nada mejor que disfrutar de una película de terror, de un disco de Cannibal Corpse o, por qué no, empaparte de vísceras leyendo un gran cómic. Y si además, también te provoca unas risas e incluso te hace pensar, pues mucho mejor.