Imagínate a un reportero de guerras y catástrofes atípico, un yonqui de la guerra. Uno que, en vez de llevar consigo una cámara de vídeo o de fotografía para ilustrar la hecatombe, interpone un simple lápiz entre su frágil cuerpo y las balas que silban ahí fuera.
Por Bernardo Cruz
Con esa herramienta no solo toma notas de todo lo que acontece alrededor de la zona de conflicto, va mucho más allá del texto y su arma se torna imparable cuando pone voz, pero también cara -y gesticulaciones de dolor, miradas perdidas dentro de cuencas hundidas por la tragedia o sonrisas que esconden todo y nada- a las personas que siempre están detrás de los reportajes de guerra. Imagina que ese reportero no se limitara a contarnos en primera persona su experiencia en conflictos bélicos sino que nos enseñara cómo es la guerra de la única manera que sabe: mediante su lápiz y los dibujos que emanan de él.
Sacco, el periodismo hecho cómic
Detrás de esta descripción se esconde la figura de Joe Sacco, historietista y periodista estadounidense nacido en Malta. Leyenda viva de la novela gráfica más real y realista, aquella que se utiliza para sacudir conciencias y para acercarnos a los recovecos más sórdidos e inhumanos de la historia, de esa historia que construyen las guerras pero también de aquella(s) historia(s) de las personas que las sufren. Tomando el relevo natural de un icono como Ryszard Kapuscinski, Joe Sacco elevó el periodismo de fin de siglo a otro nivel, dándole forma a través de su lápiz y transformando los conflictos en cómics que han pasado a la historia del género.
Desde el inicio de su carrera, no ha habido conflicto armado importante que haya pasado inadvertido a su pluma y su bloc: la trágica guerra de los Balcanes y su separación -más que de un país, de familias enteras- en Gorazde: Zona Protegida; el eterno y desnivelado abuso del pueblo palestino en Palestina: En la franja de Gaza; o su regresión hasta la batalla de Somme y la I Guerra Mundial en La gran guerra. Pero no sólo de guerra vive el hombre, ¿o sí?.
Inicios underground
Antes de convertirse -según sus propias palabras-, en un yonqui de la guerra, Joe Sacco fue un joven melenudo con vocación de rock-star y talento para el dibujo que quería dejar atrás sus primeros y aburridos pasos por el periodismo más convencional. Y así, antes de ser un discípulo aventajado de Kapuscinski, lo fue de otro grande en su campo: Robert Crumb, auténtica eminencia y tótem del cómic underground estadounidense en el que un joven Sacco quería adentrar su talento. Sus primeras obras irradian ese estilo fresco y psicodélico tan propio de la calle, pero sin dejar de lado la esencia que impregna todos sus libros: la presencia del autor como testigo y recolector de información, como periodista al fin y al cabo, en cada uno de los hechos que narran sus libros.
Joe Sacco es un narrador de nuestro tiempo, capaz de descifrar los enigmas psicoactivos de una gira de rockeros destroyer, de divagar sobre pensamientos abstractos y existenciales; de enseñarnos cómo funciona el sistema de castas indio; o de trasladarnos las vivencias y los sentimientos de una mujer chechena marcada por la guerra. De todo ello es capaz, y así aporta un testimonio gráfico impagable sobre circunstancias y hechos, un periodismo riguroso, fiel y de calidad
Yonqui de la guerra
Y a su primera época se remite Yonqui de la guerra (ECC ediciones, 2015), una recopilación de seis trabajos cuyo nexo de unión consiste en la genialidad de Sacco y la temporalidad de su realización, ya que la temática, el tono y el estilo narrativo varía mucho de uno a otro.
En compañía de melenudos, encargado de abrir el libro, es un relato psicodélico con un marcado estilo underground, sin viñetas, con textos de formas y colores variados que se adaptan a la sensación de libertad de un grupo de jóvenes que viven el clásico ‘sexo, drogas y rock n’ roll’, mientras recorren Europa metidos en una furgoneta, follando con groupies y siendo dibujados por Joe Sacco, suerte de fotógrafo y pipa de la banda.
El estilo casi caricaturesco deja paso a un dibujo basado en el puntillismo y digno de mención en la segunda historia, Una experiencia desagradable. En ella, Sacco divaga, desde la resaca ahogada en los muelles de un sofá, sobre su triste vida y la de la gente más allá de las persianas, para construir un texto agobiante, sin puntos, en el que las palabras fluyen y se marchan con la misma velocidad.
En Cuando a la gente mala le ocurren bombas buenas, Sacco nos presenta un formato atractivo y muy original en el que superpone declaraciones reales de los responsables e implicados en los bombardeos de Alemania (1940-1945), Japón (1944-1945) y Libia (1986), con los dibujos que a él le sugieren dichas frases e imágenes de los hechos acaecidos entonces.
Metido de lleno y sin solución en la temática bélica, Más mujeres, más niños, más rápido pone letra y dibujo a la voz de Carmen Sacco, su madre, y a sus recuerdos del ataque a su Malta natal de la Italia de Mussolini. Cómo me gusta la guerra supone la fusión perfecta entre las dos facetas de Joe Sacco: temática bélica y estilo underground patente principalmente en el dibujo y en su estructura de historietas cortas consecutivas con títulos tan llamativos como El espíritu humano, Palestinos, Borregos del desierto, Apuntes de un derrotista (historia que da nombre a otra recopilación de textos de Sacco en la que está incuida) o Yonqui de la guerra. La narración veloz, implacable, y el dibujo dinámico y envolvente te sumergen en una espiral de existencialismo, fiestas juveniles, autocompasión y obsesión por la guerra.
El último capítulo, a modo de epílogo y titulado Mi día libre, es un intento de Sacco de desconectar del mundo bélico y de las atrocidades durante su jornada de descanso, que termina pasando entre un museo de la II Guerra Mundial y una manifestación de damnificados croatas de la guerra balcánica. En fin, no hay escapatoria para un yonqui de la guerra.