¿Mande? – Estoy indeciso, recomiéndeme un buen cómic, pero necesito que sea un número único. No podré seguir una serie en mi país, puede que no concuerde la edición. – Este es un gran cómic, es nuevo, acaba de salir y es un número único. El último hombre al que esperaba encontrarme en una galería abarrotada de gente y cosas de México D.F. era al típico seguidor de la tríada friki: cómics, videojuegos y ciencia-ficción. Sin despegar la mirada de la partida de GTA que tenía entre manos, solo dijo una verdad para intentar encasquetarme el primer volumen de una gran serie de cómics publicada hace bastantes años. Así, y con la referencia de que su escritor había ganado el premio Eisner a mejor guionista, me embarqué en un viaje a través del tiempo y el espacio con Yorick, el último hombre.
Por Bernardo Cruz
¿Qué pasaría si una enfermedad, una plaga, acabara con todos los representantes masculinos de cada una de las especies de nuestro planeta? ¿Y si además eliminara todo vestigio de cromosoma Y que pulule en nuestra atmósfera? ¿Y qué sucedería si esto ocurriese y un hombre y su mono fueran los únicos supervivientes? Sobre estas preguntas gravita la serie Y, el último hombre (ECC Ediciones) y Yorick Brown y el capuchino Ampersand son sus afortunados protagonistas. Con esas preguntas como punto de inicio, esta novela gráfica nos retrotrae a la ecléctica serie irregular de Marvel llamada What if…?, en español ¿Qué pasaría si…?, en la que La casa de las ideas hacía disfrutar a sus lectores con supuestos rocambolescos, como la unión de Spiderman a Los 4 Fantásticos o el nombramiento de The Punisher como Capitán América. Pero Brian K. Vaughan, el guionista de la serie, va mucho más allá de una simple pregunta sobre un hecho que cambia la historia. Utiliza el what if como punto de partida para la reflexión sobre diversas controversias que acompañan a la sociedad actual y construye una historia de ciencia ficción clásica, en el sentido de utilizarla como herramienta para la reflexión, en su acepción de reflejo, de su visión en nuestra propia sociedad.
Yorick Brown, el último hombre sobre la Tierra, es el protagonista casi absoluto de la serie. Su carácter es descendiente legítimo del bufón shakesperiano del que toma el nombre, para nada seleccionado al azar, y del máximo exponente de la tradición comiquera más adolescente, Spiderman. Mago escapista, Yorick es una burla de sí mismo, un bromista indomable que va ganando madurez con el transcurso de la historia, la cual se vuelve más adulta a la vez que lo hace su personaje principal. Pero no está solo en su viaje a través de un océano de cromosomas X, Ampersand complica constantemente la única tarea que Yorick quiere llevar a cabo: encontrar a Beth, su prometida que se encuentra en Australia en el momento del desastre. Además, la agente secreta 355 y la genetista Allison Mann los acompañan y dirigen hacia otra misión más importante que la búsqueda del amor: la investigación de una cura para la plaga que ha provocado el ‘generocidio’ masculino. La serie es una auténtica road movie post-apocalíptica que narra el viaje desde Nueva York, ciudad donde reside Yorick, hasta Japón, pasando por Boston, San Francisco o Sidney. Ese éxodo en búsqueda de la recuperación de casi el 50% de la población humana les depara innumerables aventuras, al más puro estilo de las novelas de Julio Verne, salpicadas por múltiples guiños y referencias a la cultura popular contemporánea.
Viñeta del cómic Y, el último hombre, de Brian K. Vaughan y Pia Guerra.
El periplo de los protagonistas no es solo geográfico, su viaje se convierte en una odisea a través de los problemas humanos y de la decadencia de las sociedades actuales. Los autores nos presentan la confrontación de ideas y comportamientos de la humanidad, sin dejar nada en el tintero y utilizando la diversidad de opinión y, sobre todo, el humor como elementos para la reflexión sobre nuestras conductas. Sin ser políticamente correcta, la serie trata temas que necesitan ser discutidos más allá de tabúes y prejuicios y, a través de la socarronería, desmonta clichés afianzados en nuestras sociedades. En Y, el último hombre, los creadores pasan por su tamiz los extremismos, la confrontación de roles de género, el racismo, el patriarcado, la normalización de relaciones homo y transexuales, la reinserción carcelaria, las religiones, el patriotismo exaltado o las luchas de poder. Pero también se tratan temas universales como el amor, el leitmotiv de Yorick en buena parte de la serie, el sexo o la muerte, que desde el inicio del cómic lo rodea todo e impulsa a sus protagonistas hasta su fin.
Pia Guerra como artista gráfica de la serie, en la que estuvo apoyada en algunos capítulos por Goran Sudzuka y Paul Chadwick, realiza un trabajo sobrio, no muy destacable, pero que cumple su función sobradamente. La estética del dibujo nos evoca a una serie más adolescente, algo que se contrapone con el carácter marcadamente adulto de las portadas, ilustradas por Massimo Carnevale y J.G. Jones. El trabajo de Brian K. Vaughan es brillante, principalmente por su habilidad para integrar de manera orgánica una historia de aventuras con tintes adolescentes con profundas reflexiones sobre temas peliagudos y más adultos. El gran trabajo del equipo, completado por José Marzán Jr. al entintado, se materializó en el premio Eisner a Mejor Serie en 2008, premio que acompañaron con varias nominaciones a los premios Harvey y un premio Hugo a la Mejor Historia Gráfica.
A pesar de su trasfondo post-apocalíptico, los seres vivos se adaptan a cualquier entorno por complicado que se presente. Y así la vida de Yorick, el último hombre en un mundo de mujeres, transcurre entre alegrías, tristezas y aventuras hasta el momento incomparable de la muerte. Es la vida -«no es siempre un western, o una tragedia, o una comedia o pornografía»-, y como dijo Alan Moore, la vida no tiene género.
Portada del último número de la serie ilustrada por Massimo Carnevale.