Terry I.D. tiene una de las lenguas más sucias que se pueden escuchar sobre el mapa de nuestro malnutrido panorama musical; por eso nos encanta. Sus letras no hacen concesiones, no pasan por ningún filtro porque directamente lo revienta. Pura genialidad callejera escupida con altas dosis de surrealismo y aderezadas con el humor más negro y macarra que se haya atrevido a aproximarse nunca a tus oídos. Poesía violenta y visceral cuyo golpe no es menos contundente que su salvaje y brutal sonido. Rap, funk, electrónica y metal se entremezclan, se revuelven, se pegan una paliza y acaban teniendo sexo del guarro -pero muy placentero- para parir a una banda capaz de proyectarse por delante de su tiempo. Sindicato del Crimen no es la voz de la calle, es la voz de los callejones, de los antros y de las alcantarillas de nuestra perturbada y enferma sociedad.
Por Manuel Nuño
Si alguien le dio en España algún sentido al concepto old school, esos fueron Sindicato del Crimen. En un país en el que el rap llegó con cierto retraso, justo sería decir que ellos formaron parte de los pioneros. Pongamos que los primeros grupos españoles que empezaron en esto del hip hop datan de mediados de los ochenta. De hecho, el primer disco de rap publicado en España fue Madrid Hip Hop (1989). En este recopilatorio participaron cuatro grupos -D.N.I., Estado crítico, QSC y Sindicato del Crimen- aportando dos temas cada uno. Juana y Fans, los dos temas con los que ellos contribuyeron, fueron incluidos en lo que sería su primer LP: Hip Hop Radical (1990). Su sonido y letras siguen la estela de las exitosas bandas de rap norteamericanas de los ochenta. Bandas como Run DMC o Beastie Boys. Un estilo de rap divertido y descarado, en ocasiones con apoyo de guitarras, que también influenció a grupos coetáneos como Def Con Dos. Estaba naciendo una escuela de la que Sindicato del Crimen eran alumnos aventajados, pero a pesar de ello, con un disco en la calle, varias apariciones en otros recopilatorios, alguna que otra gira, referentes de un nuevo movimiento así como de todo lo que acontece a la escena del hip hop (grafiti, break dance…) y siendo premiados como Grupo Revelación por el programa Diario Pop de Radio 3 (1989), inexplicablemente, como ellos mismos afirman: «el grupo acaba volviendo a los andamios de donde nunca tuvieron que salir».
Seis años después Terry reaparece, y con él una nueva formación que añadiría a la banda algo más que caras nuevas. Sindicato del Crimen ya no lo componían unas cuantas voces sobre una caja de ritmo, ahora incluía instrumentistas de manera permanente -Roberto (samplers), Toni (guitarra), Agustín (bajo), Javi (batería), Miguel y Terry (voces)-. Estamos ante un nuevo grupo. El rap cachondo deja paso a un rap-metal bastante más elaborado y agresivo. Letras con mayor contenido social y el uso recurrente de la jerga callejera combina a la perfección con guitarras demoledoras en un disco con mucha guasa funki. El disco en cuestión es Que aproveche (1996). De nuevo se convertían en pioneros de una combinación musical de estilos que, por aquel entonces, ya estaba amamantando a una criatura que asomaría las orejas pocos años después: el nu-metal.
El disco fue polémico, por varias razones. Una de ellas fue su portada, en la que se puede ver una especie de matadero humano con cuerpos colgados y abiertos en canal. En primer plano sale lo que entendemos como el matarife del lugar, que sonríe mientras carga con uno de ellos a su espalda. Alguien entendió que esos cuerpos pertenecían a mujeres y la voz de alarma no se hizo esperar. Paradójicamente, entre las canciones del disco encontramos Lo que necesitas es amor, que con mucha ironía, denuncia precisamente lo mismo de lo que se les acusa. Otra anécdota, un tanto más divertida, también relacionada con el contenido del disco, es la de que a Terry se le invitó a formar parte en una conferencia ofrecida por la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, sobre el lenguaje «radical» del rock y del rap. El cantante debatió junto a periodistas, sociólogos, profesores y alumnos el contenido textual del disco, analizando cada letra de canción como muestras de desviación social.
En cierto modo, aquel disco los alejaba un poco de la escena más clásica y primitiva del hip hop, comandada en aquellos años por los CPV (El club de los poetas violentos). Sin embargo, Sindicato del Crimen escribía su propia historia, una historia en la que la experimentación iba a seguir formando parte ineludible del proceso, al igual que su rabiosa actitud. Con el paso del tiempo, el grupo va adquiriendo un mayor grado de dureza, tanto en música como en textos. En un mundo donde impera la ley de la selva es necesario tener bien afilados los colmillos y las navajas. El rollito «funkilón» se va apartando poco a poco, mientras ganan oscuro protagonismo unas bases electrónicas que se mueven por terrenos del trip hop, del acid jazz o incluso del house. Todo ello combinándose con un sonido metal más potente que de costumbre -que ya es decir- y unas letras, siempre a cargo de nuestro querido ideólogo Terry, que ilustran a las mil maravillas su universo personal a través de una extensa galería de pesadillas surrealistas; crónica negra de la nocturnidad urbana.
Su siguiente disco, Guetto Paradise (1998), es la muestra palpable y audible de un estilo propio, madurado y genuino, en el que la mezcla musical adquiere identidad propia. Con un pequeño cambio en la formación -Chuemo al bajo y el señor Kiki Tornado (Def Con Dos, Strawberry Hardcore, Sex Museum…) a la batería- la banda se consagra, no ya como pioneros de un nuevo estilo, sino como un grupo directamente adelantado a su época, consiguiendo un éxito sin precedentes mediante una música en perpetua condena al underground. Sorprendentemente, medios estatales y públicos se hicieron eco del lanzamiento y el disco tuvo bastante promoción -teniendo en cuenta el escaso apoyo mediático que se presta normalmente a las bandas más transgresoras-. Pudimos verlos en directo en algunos programas televisivos, y hasta vimos a Terry lanzándole vaciladas al bandido de Miguel Bosé mientras éste los entrevistaba en su propio espacio musical. La máquina de la muerte (el gran come pollas), Voodoo, El teniente corrupto, Chicano lolailo, Odio florido o Galaxianal son solo algunos de los doce temas que componen un disco que, pese a que en su momento fue un tanto arriesgado por su naturaleza híbrida, hoy en día -cerca de veinte años después- sigue manteniendo intacta su frescura y genial descaro.
Ghetto Paradise merecía una gira tan gruesa como el material que lo componía, y así se hizo. Durante algo más de dos años recorrieron buena parte de la península, sin pasar por alto grandes festivales nacionales que en aquella época vivían, algunos su adolescencia -como el Viña Rock– y otros su segunda madurez -Espárrago Rock-. La banda adquirió una popularidad sin precedentes hasta ese momento, obteniendo el reconocimiento de la crítica y del público, con una lista de seguidores que crecía de manera exponencial. Y de pronto, Terry I.D., «el hombre que camina y golpea al mismo tiempo«, vuelve a hacerlo, decide dar otra vuelta de tuerca a la trayectoria de Sindicato del Crimen.
En 2002 sale a la luz Viaje al fondo de la mente, un disco que rompe en muchos aspectos con trabajos anteriores. Para empezar, el grupo quedó reducido a un trío -Miguel, Roberto y Terry-, sin guitarras ni baterías -al menos sin más presencia que la de formar parte de arreglos musicales-. Con las cuerdas y los parches en el banquillo, las máquinas tomaron de nuevo el control para reinventar, una vez más, el estilo del cual fueron precursores. El resultado es un disco de hip hop muy electrónico, cuyas bases, rebosantes de personalidad e innovación, quedan muy por encima de ser un mero acompañamiento. Es un álbum exquisitamente oscuro, quizás el más oscuro de todos sus trabajos, que pese a seguir orbitando en la misma dimensión de violenta realidad y narcótica fantasía, el hechizo fluye como un torrente, capitaneado siempre por los textos del jefe. Y eso que la tralla metalera aquí es casi inexistente -o tal vez sea precisamente por eso-. El caso es que Viaje al fondo de la mente pasó algo desapercibido, y decepcionó a algunos metaleros y haters de la electrónica. También es cierto que una tirada muy pequeña y escasa promoción no ayudaron a sacar el disco de la niebla, a pesar de contar con un videoclip promocional –Bastallar– de notable calidad y excelente producción. Una verdadera lástima para un disco visionario de enorme profundidad, de discursos apocalípticos y viajes introspectivos. Un disco para el que una sola escucha nunca será suficiente.
Después vino el silencio. Un silencio que duraría siete largos años. Tanto tiempo, que nos temimos un apagón definitivo, un regreso permanente a «los andamios». La suerte quiso que en medio de aquel parón surgiera un súper-grupo llamado Metralla, formado por miembros de distintas bandas nacionales -como Sugarless, Skunk DF o Def con Dos-, que junto a Terry, grabaron cinco temas en una maqueta de idéntico nombre. Aunque el proyecto prometía, desapareció casi al instante de terminar la grabación. Pero no se perdió todo. Aquella pequeña aventura sirvió de preámbulo para lo que estaba por llegar.
Terry, incansable e incombustible, volvía a comandar el sindicato con las energías renovadas y con una nueva y talentosa formación: Joseba Llanas (Sugarless, Strawberry Hardcore) al bajo, David O’Belleiro (Skunk DF, Superskunk) a la (genial) guitarra; el regreso de Javi Mayor a la batería y Brubaker XL -Roberto- a las máquinas; y para la réplica en las voces se fichó a David Curtonates, de los desaparecidos Terroristars. En 2010 lanzaron el disco XYY, en el que regresaban de lleno al rap-metal de antaño, sin escatimar en energía, potencia y dureza, rescatando algunos temas de Metralla, así como varios fragmentos. El disco estaba compuesto, una vez más, por doce temas que son doce pulsos a lo políticamente correcto. Sindicato del Crimen nunca sonó tan potente ni tan salvaje, siendo éste sin dudas su disco más heavy, pero a la vez, también el menos experimental. Canciones como Viva el mal, Lamedoras, Voy a salvar a una puta, Huevo zigotto o Velociraptor ofrecen un muestrario, cargado de referencias contraculturales y políticas, de humor sarcástico, distorsión rabiosa e hijoputismo. Una delicia para nuestros demonios.
A lo largo de los últimos años, los miembros del último Sindicato del Crimen fueron abandonando paulatinamente la formación. Actualmente, solo tres nombres aparecen de manera oficial. Juanito Sangre y Manolo Tejeringo (ambos ex-miembros de Def con Dos), que ya estuvieron en buena parte de la última gira, preparan junto a Terry -arquitecto y cerebro de la corporación- lo que parece que será su próxima embestida musical.
Para ir abriendo boca, en las redes sociales, van dejando pistas con fragmentos y grabaciones de material nuevo e inédito. Estas nuevas canciones parecen querer recuperar la experimentación y la esencia de antaño, mucho más discreta en su último disco. Todo apunta a que no esperaremos demasiado tiempo para poder escuchar un nuevo álbum; pero conviene ser prudente y no dejarse llevar por el entusiasmo. A falta de informaciones oficiales y rigurosas, la vuelta de Sindicato se corresponde más a un deseo personal que a una realidad contrastada. Con Terry fuera de la península por motivos laborales, sin fechas para actuar y con toda una discografía descatalogada y casi imposible de localizar, resulta increíble que Sindicato del Crimen siga teniendo energías y ganas de guerra, manteniendo un legado cerrado herméticamente a lo comercial. Sin tapujos ni límites, la creatividad está al mando, y la autenticidad va vestida con casco y un mono de trabajo, mientras una bandera con una calavera castigadora ondea sobre el cielo de un gueto llamado Madrid Sur Vice.